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El Santo del Pacífico

 

 

Por Christian Aranzazu Gómez

Christian Aranzázu www.facebook.com/christian.aranzazugomez

 

 

-¡Nos pasamos, nos pasamos!

-¿Será? No sé.

-Pregúntele al conductor.

-¿Vecino usted sabe donde es la entrada para San Cipriano?

-Ay amigo, esa ya la pasamos.

-¡Ah como así hombre!

-¡No, pero hay otra entrada más adelante, después del puente! - Gritó, con voz gruesa, una de las pasajeras del bus, una mujer seria de raza negra.

-¡Sí, más adelante hay otra entrada!, dijo otro. Casi todos los pasajeros del bus estaban ya pendientes de nuestro arribo a San Cipriano...

-¡No se preocupen que no se pasaron… aquí, aquí, bájense aquí!

 

Nunca había estado por el Pacífico, no entendía muy bien hacia donde íbamos. Solo veía un puente colgante y unas cuantas chozas al final. Un hombre joven y de mirada esquiva se acerca y dice: Amigo, ¿va pa’ San Cipriano? Hay que pagar diez mil pesos y se van en la brujita hasta allá y cuando se vayan a regresar nos llaman y los recogemos. ¡¿Cómo? En brujita, ¿Qué es eso?!

 

Finalmente cruzamos el puente y allí estaban las brujas; una estructura de madera, con llantas valineras y una motocicleta que con la rueda trasera la impulsa. “Hágale amigo móntese sin miedo”: nos dice el conductor de la bruja. “Sí, claro, es que yo miedo no tengo… a mí me sudan las manos siempre, es normal... sí, sí claro”. Nos montamos y el pela’o aceleró. La vía férrea que en algún momento se utilizó para mover café y azúcar entre el Valle del Cauca y Córdoba, es la ruta obligada para llegar a San Cipriano.

 

Hay que decir que San Cipriano es considerada la cuarta zona más húmeda y lluviosa del mundo. Entonces la lluvia no se hizo desear y se arrojó contra nosotros. Pero ¡andate amigo!, ocurrió lo que por alguna extraña razón ya intuía. Como había momentos en los que el hombre que conducía la brujita aceleraba con gran tranquilidad, no fue difícil para mí imaginar un choque fatal contra otra bruja, en el que los carros se descarrilaran, y nosotros, junto a los trozos de madera, termináramos rodando sucios y ensangrentados.

 

Afortunadamente, los dos hombres frenaron a tiempo y en lugar de rodar cuesta abajo, simplemente tuvimos que bajarnos y sacar la bruja de la vía férrea para darles paso. Si algún día van, hay una alta probabilidad de que esto les ocurra también. Agradecí que el encuentro no hubiera sido en uno de los largos túneles en los que ni un pequeño rastro de luz se veía asomar.

 

San Cipriano es una reserva natural y forestal, declarada en 1983, por la autoridad ambiental colombiana, parque natural. Esta selva tropical de 8.564 hectáreas guarda la vida de cientos de especies de árboles, como el Otobo o el Sandeque, que encantan el lugar con su frondosidad y gran tamaño. Además de las distintas especies de aves que se pueden escuchar musicalizando el ambiente, en san Cipriano está el 50% de clases de colibríes que hay en el mundo; y los Mochileros, que llenan las copas de los árboles con sus nidos colgando como lámparas.

 

Ya instalados, salimos a recorrer el lugar. Calles sin cemento, casas en madera, ellos a pie descalzo, y nosotros cual turistas con cámara y cerveza en mano. Allí todos negros, afro descendientes, con una energía que al parecer no se agota, siempre sonriendo, burlándose del turista, bailando o cantando. Pienso que aquellos que son racistas lo son en gran medida por una dosis de envidia a una raza fuerte, atenta e independiente.

 

Como nuestros mejores amigos son los niños y nosotros andábamos con guitarra, gaitas y voces, la parranda fue a otro nivel, embriagados de risas, música y ‘cantata’. Al día siguiente a explorar la riqueza fértil y natural de este territorio. La selva es el escondite de dos ríos, el Escalerete y el San Cipriano, que en su recorrido forman de agua cristalina lagos, en los que nadamos hasta que la piel se hizo arrugas. Es un recorrido entre senderos a través de los cuales se llega a los distintos lagos y cascadas.

 

¡Así que no se haga de rogar amigo y vaya!, este es el lugar perfecto para experimentar la selva, el trópico húmedo y un poco del África.

 

 

 

Marzo 18, 2014

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