Por Mariana Alipio 

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En un collage que no tiene nada de artístico se convirtió nuestra ciudad y seguramente todo el país en esta época de elecciones, llena de carteles por doquier y sin control alguno por parte del Gobierno; debido a esto lo único que logran los políticos es contaminar los ojos de quienes deseamos un paisaje citadino medianamente ameno, aun así, los partidos políticos se empeñan en promocionar caras aparentemente amables y sinceras, tocará esperar cuan cierto puede llegar a ser.

 

Mientras veo en cada cuadra esos rostros con nombres algo particulares solo me pregunto por qué se empeñan en “decorar” la ciudad con una cantidad tan exagerada de vallas, carteles, volantes y demás. Sí, sé que aún hay varias personas que se dejan llevar por estas carismáticas imágenes, pero también conozco el alcance de la credibilidad que estas figuras públicas han llegado a tener y dudo que con unas cuantas sonrisas, mensajes, e invasivos productos publicitarios logren que todos los ciudadanos que dejaron de creer en la política, y que hoy tienen la alternativa de votar en blanco, cambien su opinión de un momento para otro.

 

Hace algunos años el país vivió una oleada verde que por poco logra la presidencia, como consecuencia, todos los partidos tradicionales se llevaron una gran conmoción y movieron sus fichas, al igual que el Partido Verde, tomaron con seriedad todo tipo de redes sociales. Pero ¿Qué pasa ahora que muchos políticos siguen ignorando la importancia, inmediatez o impacto de las redes?, pues bien, no sé lo que esas mentes retrógradas pensarán porque, por lo visto, siguen consagradas a los viejos métodos que contaminan tanto visual como ambientalmente.

 

El impacto ambiental es precisamente uno de los temas más importantes tratados a nivel mundial, ahora la ciudadanía en general, toma en cuenta las propuestas en pro del cuidado del medio ambiente, así que poco están haciendo los políticos en cuanto a esta situación con el evidente derroche en este circo en el que han convertido a la ciudad, puesto que todas las paredes con rojos, verdes y amarillos abanderan las calles.

 

Por el momento ni rojo, ni verde, ni amarillo consiguieron persuadir a los ciudadanos, de manera que ni caras sonrientes ni mensajes esperanzadores pudieron influir en los electores que con su derecho al voto finalmente buscaron lo que más les conviene, a fin de cuentas la política busca resultados, y de eso poco hay.